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jueves, noviembre 17, 2011

CARCASONA. SEGUNDA PARTE


El autobús de la línea 4 nos dejará enfrente de la puerta principal de la Cité o “puerta de Narbona”, la que está orientada hacia la ciudad mediterránea y que pasa por ser la principal entrada a la ciudad amurallada. Aquí dependemos de si nuestro hotel está dentro del recinto de la muralla o fuera de él. Es aconsejable dejar las maletas en la habitación y prepararse para andar, porque pese a que la “Cité Medievale” de Carcasona es relativamente pequeña sus rincones son infinitos.

Una vez traspasamos la puerta y nos adentramos en las callejuelas medievales podemos experimentas dos situaciones: o agobio por la cantidad de personas que se concentran y que impiden caminar con calma, o cautivación por lo que nos rodea. Generalmente será una mezcla de ambas, pero no desesperemos: la visita merece la pena.

Carcasona es una ciudad eminentemente dedicada al turismo. No hay calle, por más pequeña que sea, que no cuente con tienda de souvenirs, joyería, restaurante, hotel o puesto de comida rápida –para evitar los altos precios de algunos restaurantes.

Sobre lo qué comer, los restaurantes en Carcasona varían desde la comida rápida –bocadillos, drums, hamburguesa, etc-, hasta restaurantes con menús a precio módico. Generalmente podremos comer bien por entre unos 12-14 euros el menú en cualquier establecimiento. Eso sí, si decidimos no pedir vino o similar y comer con agua, no pedirla expresamente: es costumbre servir al cliente con una jarra de agua gratuita. En el caso de pedir un agua grande, nos estaríamos gastando hasta 6 euros. No es broma.

Una visita obligada es el castillo. Es la oportunidad de poder visitar las murallas de la ciudad y sus torres. Nuestros ojos gozaran de una vista privilegiada de los alrededores. El castillo cuenta con una sala enorme dedicada exclusivamente a souvenires y libros.

Además del castillo, la Cité cuenta con otros museos como el de la Inquisición y la tortura. No precisamente por el tema, pero esta exposición no cumple con las expectativas: además de ser cara –unos 8 euros, sin muchos descuentos disponibles. En el castillo por ser estudiante pasas gratis-, está dejada y algo desatendida. No es por los decorados, bastante bien logrados –desde la bruja que arde hasta el homosexual que recibe el castigo que la Inquisición le tiene preparado-, sino por las explicaciones de los instrumentos, pobres, insustanciales, morbosas y mal traducidas a las otras lenguas –inglés, castellano y alemán. Y qué decir de la sala dedicada a la cruzada albigense, de la que ya hemos hablado en algunas ocasiones en este blog: insuficiente y mal explicada. Solo se salvan las reproducciones de los castillos cátaros como Montsegur o Queribus.

Para acabar la exposición se despedirá de nosotros con condescendencia, con un cártel que reza que “todo lo que aquí hemos expuesto es fruto de la incomprensión humana y esperamos que nunca se repita”.

Otro mundo es la barbacana y el espacio entre murallas, el verdadero encanto de la ciudad medieval. Tanto de día como de noche podremos visitar el recinto y explorarlo hasta sus últimos recovecos. Un consejo es su visita de noche: la mezcla de oscuridad, luz de luna y una iluminación bien conseguida convertirá nuestro paseo en una delicia. Aquí podremos sentir lo que, a lo largo de los siglos, cientos de centinelas sentirían cuando, de guardia por la noche, soplaba el viento entre las almenas, llovía sobre ellos o se mantenían en guardia esperando algún ataque enemigo.

Esto es Carcasona. Una ciudad retratada de mil maneras distintas, pero que no deja de impactar a los visitantes que abarrotan sus puertas cada año. Ah, ¿y el Santo Grial?, preguntaréis. Temo decepcionaros, pero ni rastro de la maldita copa. Eso sí, para los que quieran al menos fantasear con encontrar alguna pista pueden pasear por las múltiples rutas que nos ofrece la ciudad. Destacar la que dirige al complejo Raymond Chesa –en honor a un antiguo alcalde que recuperó la zona tras un incendio- en la llamada “playa de Carcasona”: un gran lago a cinco km de la “Cité”. Una ruta por caminos y carretera –muy bien señalizada- por el corazón del Carcassés.

miércoles, septiembre 07, 2011

CARCASONA. PRIMERA PARTE


Confieso que Carcasona era uno de mis destinos de viaje prioritarios desde hacía años, por no decir el de máxima prioridad. Desde que supe de ella y su historia a través de los libros y de las fotografías por la red, mi ansias por visitar la “Cité” y Occitania en general han ido creciendo año tras año. Este agosto, por fin, he podido visitar esta ciudad medieval junto con mi pareja.

Es muy aconsejable contar con un coche para moverse por la zona, ya sea el propio o uno de alquiler. El sur de Francia, y en concreto la parte occitana, es una región magnífica para realizar una ruta en coche. Pueblos y ciudades medievales, castillos y paisajes espléndidos son elementos de los que no carece Occitania. Además de mucha historia.

La alternativa al coche es el tren –o el avión a Tolosa. Desde Barcelona basta con coger la línea de Portbou que llega a Cervera –ya en Francia-, y desde aquí coger la línea a Narbona, donde podremos hacer un trasbordo fácil y rápido –los billetes que uno compra en Cervera o en cualquier otro pueblo nord-catalán como Cotlliure cuentan con el dicho trasbordo. La comodidad de los vagones de la SNFC y su puntualidad harán que los amantes de los viajes en tren disfruten sobremanera.

El trayecto entre Cervera y Narbona está alrededor de los tres cuartos de hora. Paisaje costero al este y de montaña hacia el oeste pugnaran por nuestra atención durante el viaje. En este mismo trayecto podremos contemplar la fortaleza de Salses, antiguo bastión catalán en lo que fue la frontera con Francia a partir del Tratado de Corbeil (1258), por el que Jaime I el Conquistador renunciaba a sus aspiraciones occitanas, quedando así la frontera en este punto de la antigua Gothia.

Una vez en Narbona hay que hacer el trasbordo y coger un tren a Carcassona durante unos veinte/treinta minutos. Se trata de un viaje corto y con solo una estación de por medio: Lezignán –o Lesinhan en occitano. El tren llega por el nordeste de la ciudad, así que si miramos hacia el sur podremos ver algunos de los torreones que conforman la muralla, una vista que aumentará nuestras ganas de llegar de una vez por todas.

Eso sí, al llegar a la estación y salir a la ciudad nuestra primera impresión es de extrañeza: ante nosotros surge el prototipo de localidad que ni es pueblo, ni es ciudad. Una ciudad provinciana con características de las grandes ciudades y espíritu rural. Pero no hay que desesperar, ya que cogiendo un taxi o la línea 4 de los autobuses municipales llegaremos a las mismísimas puertas de la “Cité Medievale”…

sábado, julio 30, 2011

UNA NOVEDAD: GEACRON

Aquí os presento esta nueva herramienta histórica llamada GeaCron, un atlas histórico de los últimos 5.000 años de la historia de la humanidad. En ella podremos consultar desde la extensión de los imperios antiguos, pasando por el nacimiento de la Europa cristiana y llegando a los cambios después del colapso de la Unión Soviética.

Este atlas histórico se presenta de una manera sencilla y de fácil uso. Un mapa mundi con varios colores que nos muestran las diferentes entidades políticas que se han ido formando a lo largo de los siglos y de los milenios. Es tan fácil como colocar en el contador que aparece arriba del mapa el año que deseemos consultar, y se nos cargaran los diferentes estados que ocupaban la superficie terrestre en esa fecha. Además, cuenta con un buscador que nos permitirá encontrar fácilmente el estado o nación que queramos consultar.

Eso sí, GeaCron cuenta con algún que otro error o inconcreción que cabe destacar. Si nos disponemos a consultar el período medieval, veremos como el atlas nos mostrará las grandes entidades existentes sin entrar en detalles. En el caso de la Península Ibérica, veremos como el Condado de Barcelona -o los diferentes condados que lo formaban- carece de lugar en el atlas. De ser parte de Francia pasa a ser parte de Aragón. Además, entidades como la Marca Hispánica no son más que porciones de península ocupadas por el color del territorio que corresponde a una especie de "Francia".

Otros errores remarcables redundan en la aparición de formaciones estatales como Italia, presente en el mapa en el año 900, antes de su verdadera creación como estado -la unión de Italia como tal data del año 1861-. Por no decir el tremendo hueco que se forma en la cornisa cantábrica entre los años 500 y 700, dentro del cuál no se especifica nada.

Además los estados presentes cuenta con un enlace a Wikipedia, aspecto que es de agradecer si no fuera por la poca concreción que se da en la herramienta GeaCron. La idiosincrasia de GeaCron parece ser la de poner en un mismo nivel a todas las etapas históricas respecto al Estado Moderno -a partir del siglo XV-, como si no hubiese habido otro tipo de sistema político anterior.

Tenemos delante una herramienta original, muy documentada pero insuficiente si uno quiere ir más allá en el conocimiento de la Historia. Sirve como puesta de largo a la hora de investigar o saber más sobre un lugar en concreto del mundo, pero poco más. Esperemos, eso sí, que en un futuro se mejoren estas inconcreciones.

Artículo de El País sobre GeaCron

domingo, septiembre 28, 2008

MARÍA SOLIÑA


María Soliño (o Soliña) nació en el municipio gallego de Cangas do Morrazo hacia el año 1551, en el seno de una familia acomodada de la zona. Su nombre ha quedado desde entonces ligado a la brujería y a las artes oscuras, considerándosela una “meiga” y una loca. Pero detrás de este San Benito se esconde una historia cruel y de sufrimiento.

Casada con Pedro Barba, un pescador del pueblo, poseía varias propiedades y derechos sobre las iglesias de la zona (sobre la Colegiata de Cangas y sobre la Iglesia de San Cibrán). Se cree que estos bienes le venían de parte de su marido.
El “derecho de presentación” consistía en la participación de ciertas personas laicas en algunas iglesias; generalmente eran los hijos del fundador de la misma, y gracias a este derecho podían participar de los beneficios del templo y tenían la potestad de elegir al titular de la misma.

Aconteció que en el año 1617 un ataque de piratas turcos o berberiscos (no está claro) destruyó el pueblo, asesinando a casi cuarenta personas y secuestrando a unas ochenta (práctica habitual en la época). Lo verdaderamente letal para el municipio fue la destrucción de casi todas las casas del mismo y de los bártulos de pesca, la principal actividad del pueblo. María Soliño, que había perdido a su marido y a sus hijos en la razzia turco-berberisca, se sumió en una profunda depresión; se cuenta que desde la tragedia, María salía sola por las noches a contemplar la mar.

Viendo el gris panorama que dejaba el pueblo de Cangas, los nobles de la zona enviaron cartas al rey para que condonara los impuestos de la villa y poder así dedicar ese dinero a la recuperación del mismo. El tiempo pasaba, y los nobles de la zona maquinaron una estrategia que les permitiera ingresar todo lo que ya no podían a causa de la gran mortandad y de la devastación económica que sufría Cangas; en este plan jugaba un papel importante el Tribunal del Santo Oficio.

Hay que tener en cuenta que cuando la Inquisición condenaba a alguien, las posesiones de éste pasaban a manos de la Iglesia. Los nobles de la zona, en connivencia con el Santo Oficio (muchos de los miembros de esta institución compartían intereses con la nobleza o incluso pertenecían a ella) maquinaron un plan que consistía en lanzar una serie de acusaciones de brujería sobre algunas de las mujeres del lugar. Estas mujeres, en su mayoría, eran las viudas de los muertos en el ataque pirata y, por lo tanto, las administradoras de los bienes de sus difuntos maridos. También constan algunas acusaciones sobre otras mujeres más pobres, con el objetivo de no levantar sospecha. Nueve mujeres fueron juzgadas de brujería el año 1620 en Cangas do Morrazo, entre ellas María Soliño.

Tras reunir una serie de pruebas en su contra (los largos paseos por las noches de Cangas), muchas de ellas inventadas, fue encerrada en la prisión del Santo Oficio, en 1621. Allí fue torturada sin piedad, pidiendo benevolencia a sus verdugos mientras afirmaba su devoción por Jesucristo, hasta que confesó que ejercía la brujería desde hacía más de 20 años, además de otros crímenes; otra condenada, Catalina de la Iglesia, acabó confesando (bajo tortura) el incluso haber asesinado a cinco criaturas, entre otras.

Hay que tener en cuenta la avanzada edad de la acusada María Soliño durante el proceso (unos 69 años) que posiblemente fue letal. Tras ser todas condenadas por brujería y obligadas a llevar el hábito de penitencia durante 6 meses, perdemos el rastro de María Soliño. Es posible que a su edad no resistiera las torturas ejercidas en las celdas de la Inquisición y muriera poco después del fallo del tribunal.

Pero el objetivo estaba cumplido, y los nobles y el Santo Oficio se repartieron el suculento botín que suponían las propiedades y derechos de María Soliño y el resto de condenadas. Cangas do Morrazo tuvo que capear con la piratería durante cinco años, tanto por parte de manos turcas como por parte de manos en principio aliadas como la nobleza.

Aunque esta historia se nos desplaza más de un siglo del fin (oficialmente establecido por la Academia) de la Edad Media, es interesante comprobar como todavía en el siglo XVII, supuestamente en plena Edad Moderna, las prácticas obscurantistas medievales todavía seguían vigentes en los estamentos altos de la sociedad.

María Soliño, aún siendo más conocida como “meiga” a causa de la deformación histórica, sigue estando viva en la memoria colectiva como el símbolo de un pueblo que hubo de sufrir los abusos de los poderosos y los violentos. Incluso se han conservado poemas y cántigas que rememoran aquella tragedia, como la que cuenta:

Polos camiños de Cangas/ a voz do vento xemía:/ ai, que soliña quedaches, María Soliña./ Nos areales de Cangas,/ muros de noite se erguían:/ ai, que soliña quedaches, / María Soliña./ As ondas do mar de Cangas/ acedos ecos traguían:/ ai, que soliña quedaches,/ María Soliña./ As gaivotas sobre Cangas/ soños de medo tecían:/ ai, que soliña quedaches,/ María Soliña./ Baixo os tellados de Cangas/ anda un terror de auga fría:/ ai, que soliña quedaches,/ María Soliña.

domingo, septiembre 09, 2007

MADINAT AL-ZAHRA

Situada a unos 7 km de Córdoba, y cubirendo sus espaldas, se alza la ciudad palatina de Madīnat al-Zahrā, a los pies de Sierra Morena. Diversas leyendas y fuentes islámicas identifican la construcción de la ciudad como un acontecimiento regido por factores astrológicos, presagios y hasta por un capricho de amor. Durante su siglo de esplendor -desde el inicio de construcción, alrededor del 936 d.C, hasta su abandono sobre el año 1000-, Medina Azahara fue objeto de elogios, leyendas y poemas que se recitaban a lo largo de todo el Mediterráneo. Se sabe que durante este período fue escenario de numerosas reuniones con embajadas extranjeras, tanto cristianas como musulmanas. Medina Azahara resumía el esplendor de un califato, pero en menos de un siglo empezó su declive y su posterior saqueo y deterioro que ha llegado hasta casi nuestros días...


Primero de todo, decir que la construcción de esta ciudad respondió a una serie de factores topográficos y paisajísticos: la ciudad se edificó en el valle del Guadalquivir, que une Córdoba y Almodóvar del Río, y por lo tanto en una zona fértil y apta para el cultivo. Además, la situación en el valle permitía controlar las laderas cordobesas en contacto con el río Guadalquivir. Pero otro aspecto clave y recurrente en este complejo arquitectónico es el de la jerarquización de los edificios: los edificios de la administración califal y las residencias de sus encargados se encuentran en un primer nivel de la ladera, permitiendo tener un mayor contacto visual sobre el terreno. Toda esta serie de factores hacen creer a los investigadores que la edificación de esta ciudad no respondió a factores ajenos al paisaje y la topografía.

El ideólogo de este proyecto fue el primer califa de Al-Andalus, Abderraman III 1 , proclamado como tal en el año 929 de nuestra era -316 H 2. De hecho, ya había subido al trono en el 912, pero tras un período de conflictividad decide abandonar la tutela del califato de Bagdag y centrarse en hacer frente a los reinos cristianos del norte y a los fatimíes del Magreb. Su objetivo era el de hacer de Córdoba la capital de todo el mundo islámico, y para ello inició una serie de obras arquitectónicas para engrandecer y dar lustre a la ciudad; entre estas tareas tenemos la ampliación de la mezquita aljama de la ciudad -la actual "Mezquita"-, la construcción de un acueducto para abastecer de agua a la ciudad y la planificación de una ciudad palacial, Medina Azahara -siguiendo el modelo de otros complejos palaciegos como el de Samarra, Irak.

El califa necesitaba hacer patente su poder y dar cobertura a la administración de su reino y al aumento de población, ya que por entonces Córdoba había traspasado los límites de sus murallas, con la construcción de arrabales y almunías en las afueras. Una vez iniciada su construcción, tanto la corte como el personal administrativo se trasladarona los palacios de la Medina.

Mucho se ha escrito sobre la aparición de esta bella ciudad, una leyenda de las cuales afirma que la construcción de la misma fue debida al amor que procesaba el califa Abderraman hacía Zahra -"la flor"-, una bella muchacha, su favorita. Ésta habría sugerido al monarca la edificación de la más bella ciudad a extramuros de Córdoba, para materializar el placer, la belleza y el poder andalusí; la ciudad llevaría el nombre de esta muchacha, Zahra, la "Ciudad de la Flor de Azahar". El califa habría hecho colocar una bella estátua de la muchacha a la entrada de la ciudad y habría mandado talar la vegetación de la montaña por un "capricho" de Zahra, sustituyéndola por higueras y almendros y creando una bella atmósfera.
Hay que decir que, tras varias investigaciones, se ha determinado que la edificación del complejo palaciego respondía a otro tipo de razones -como ya expusimos anteriormente.


Como ya dijimos anteriormente, la ciudad se sitúa a diferentes niveles, quedando el Alcázar en el punto más alto y a un nivel inferior la ciudad en sí. En el Alcázar vivía el califa y se administraba el reino, así que este palacio se divide en dos zonas importantes: la zona privada, situada en la zona alta del complejo y formada básicamente por las estancias del monarca y de su séquito; la zona oficial, separada de la zona privada, era donde de verdad se resolvían los asuntos del califato. En el centro de Alcázar se encuentra el "Salón Rico" o "de Abderraman III", denominado de esta manera debido a la magnífica decoración vegetal de sus paredes. Era en esta estancia donde el califa recibía en audiencia a embajadas extranjeras, personalidades... El Jardín Alto, situado en la parte "oficial" del palacio y juntamente con el Salón Rico, constituyen uno de los logros del arte islámico. Este jardín está organizado en cuatro parterres con acequias y un edificio central que constituye el Pabellón Central, rodeado a su vez por estanques.

La Mezquita Aljama de la ciudad se encuentra en el siguiente nivel, y fue el primer edificio que se levantó en la ciudad -hay noticias que en mayo del año 941 d.C se celebró la primera predicación.

La majestuosidad de la medina llegó a ser conocida en toda Europa, tanto por su belleza como por su ostentación de lujo y poder. Su decoración, sus juegos de luces -el mercurio del Salón del Trono y sus cristales de colores creaban este espléndido espectáculo-, sus ceremoniales... todo esto llegó a impresionar a reyes y embajadas extranjeras. Se tiene constancia de la visita del rey de León Ordoño IV al califa al-Hakam II -hijo a su vez de Abderraman III-, en la cual
mostró interés por ver al cristiano y se hicieron inmediatamente los preparativos para la ceremonia (...) Tenía a cada lado a sus hermanos, sobrinos y demás parientes, y a los visires, cadíes, magistrados civiles, teólogos famosos y demás altos funcionarios, todos sentados en fila según su jerarquía y posición.Ordoño se trasladó desde su residencia en Córdoba a Madinat al-Zahra acompañado de los príncipes cristianos de al-Andalus. Próximos ya al palacio, Ordoño hubo de seguir un camino a cuyos lados estaba formada la infantería, colocada en orden tan admirable que los ojos se quedaban asombrados por su uniformidad, y en tan apretadas filas que la mente se sorprendía de su número. Tal era la brillantez de sus corazas y armas que los cristianos estaban estupefactos de lo que veían. Con la cabeza baja, los párpados entornados (por el asombro) y los ojos semicerrados (por lo mismo), llegaron hasta la puerta exterior de Madinat al-Zahra, llamada Bab al-Akuba (Puerta de las Cúpulas). Llegados frente al salón oriental del palacio, donde estaba al-Hakam, Ordoño se detuvo, descubrió su cabeza, se quitó la capa y permaneció algún tiempo en actitud de asombro y respeto, bajo la impresión de que se aproximaba al radiante trono del califa (...) Al-Hakam guardó silencio durante algún tiempo, para dar ocasión a serenarse y a sentarse, y cuando notó que el cristiano se había repuesto algo de su emoción rompió el silencio y dijo: Bienvenido seas a nuestra corte, Ordoño. Ojalá veas cumplidos tus deseos y realizadas tus esperanzas. Encontrarás en nosotros el mejor consejo y la más cordial acogida y mucho más de lo que esperas. Cuando el interprete explicó a Ordoño el sentido de estas benignas palabras, se reflejo en su rostro la alegría, levantóse, y besó el tapiz que cubría las gradas del trono (...) Después de hablar así el Califa, Ordoño volvió a arrodillarse, y deshaciéndose en acciones de gracias, se levantó y abandonó la sala andando hacia atrás. Cuando llegó a otro departamento, dijo a los eunucos que le habían seguido que estaba deslumbrado y estupefacto por el majestuoso espectáculo de que había sido testigo" 3.


Ya desde Abderramán III, los califas adoptan una serie de elementos que le hacen tener patente su poder sobre la comunidad islámica andalusí; tanto es así que, en sus escasas apariciones públicas, lo hacía detrás de una cortina ligeramente transparente, y con su administración en bloque rodeándolo.

Es a partir de la muerte del hijo de Abderramán III -al-Hakam II- cuando la ciudad comienza su decadencia. La llegada al poder del hayib de Hisham II, Almanzor, y la construcción de Madinat al-Zahira, con el respectivo traslado de toda la corte y administración califal. Con la muerte de Almanzor -1002 d.C- se inicia un período de inestabilidad en Al-Andalus, que conducirá a una cruenta guerra civil o fitna entre bereberes -favorecidos por Almanzor- y los legitimistas de la dinastía Omeya.

El final de esta historia ya es de sobra conocido... la ciudad más bella de todo Al-Andalus fue atacada, abandonada y saqueada hasta casi nuestros días. Visitar esta ciudad es adentrarse en un mundo antiguo y olvidado, pero que sin duda alguna tuvo su momento de esplendor y que, de alguna manera, todavía nos lo muestra. El poeta cordobés Ibn Zaydum escribió estos versos al verse obligado a abandonar su querida Zahara:

¿Acaso un desterrado podrá volver a al-Zahra después que la lejanía le haya hecho derramar sus últimas lágrimas?

¿Volveré a ver los zócalos tan resplandecientes de las paredes de los salones reales, en donde los atardeceres más oscuros nos parecían auroras?

Recuerdo con toda evidencia cómo eran en este palacio los dos qurt, la qubba, el vasto kawkab y el sath.

Es un lugar de recreo que recuerda por su dulzura exquisita el paraíso celestial, pues todo hombre que allí se encuentre no sufrirá las fatigas de la sed, ni el ardor del sol.

Seguramente, las noches que he pasado junto al Guadalquivir son más cortas que las que pasé junto al Guadiana.


1- Hijo del emir Mohammed y de una princesa vascona, Abderramán tenía una apariencia muy poco "oriental". Según testimonios de la época, "era de tez blanca, ojos azul oscuro, rostro atractivo y corpulento"
2- Según el calendario musulmán. La H es de la "hégira", la salida de Mahoma de la ciudad santa de la Meca hacia Medina (622 d.C), y que fue marcada como el año cero del Islam.
3- Crónica de al-Maqqari

ENLACES DE INTERÉS:
http://www.museosdeandalucia.es/cultura/museos/CAMA/
http://perso.wanadoo.es/historiaweb/qurtuba/azahara/index_azahara.htm
http://www.legadoandalusi.es/legado/contenido/rutas/monumentos/62.htm


domingo, marzo 11, 2007

SIMÓN DE MONTFORT


Protagonista de uno de los hechos más crueles y despiadados de la historia medieval, la cruzada albigense, Simón de Montfort se ganó un puesto entre aquellos que fueron odiados (por unos) y aclamados (por otros) al mismo tiempo. Odiado y temido en el Lenguadoc, donde se desarrollaría con más intensidad la herejía cátara, y a la vez aclamado en el norte francés (antes de todo comentar que Occitania, foco del catarismo, en el actual sur de Francia, no estaba bajo dominio directo del rei de Francia, enclaustrado en París y sus alrededores –Ille de France-, sino que los señores occitanos actuaban como vasallos del rei francés, igualmente que lo hacían con el rei de Aragón).

Nacido en 1165 en Normandía, su vida también estuvo ligada al reino inglés. Además de poseer su señorío de Montfort, hereda el condado de Leicester en Inglaterra por vía materna (aunque más tarde será desposeido por el rei inglés). Anteriormente al 1209 ya viajó a luchar en Tierra Santa como cruzado, demostrando gran valía y capacidad de mando.
Sus contemporáneos nos lo describen como afable, buen caballero, generoso, audaz y temeroso de Dios (Pierre des Vaux-de-Cernay, historiador). Aunque como más adelante veremos, su actuación como jefe militar de la cruzada albigense nos hace dudar de tales adjetivos. Guillermo de Tudela, autor de una crónica sobre la cruzada, y su continuador, nos lo describen como un "cruel y sanguinario fanático a las órdenes de Roma".

En el ámbito militar, era conocida su valía y su entrega, así como su sentido del compañerismo (durante el asedio a Castelhar -1209-, cerca de Carcasona, se jugó la vida saltando al foso para salvar la vida a un soldado herido). Siempre contó con un séquito de caballeros franceses leales, con los cuales siempre celebraba consejos donde se discutía la forma de actuar. Aunque durante algunas fases de la cruzada solo pudo contar con ellos, su inferioridad numérica no supuso un impedimento para inducir el terror entre sus enemigos.

Hombre religioso, nunca entraba en la batalla sin antes haber asistido a los oficios religiosos. Sus contemporáneos hablan de su infinita piedad, cosa que no se demostrará en el transcurso de la cruzada. Era un hombre que no toleraba la deslealtad, la cual castigaba duramente (durante la cruzada, muchos señores occitanos que iban y venían de bando fueron ejecutados).

Simón de Montfort es nombrado líder militar de la cruzada después de la carnicería de Bèsiers y el asedio de Carcasona (1209). Es una vez llegado a este segundo asedio cuando el legado papal Arnau Almaric (antiguo abad de Poblet –Tarragona- y abad de Citeaux. Algunas crónicas dicen que era de origen catalan: “qui oriundus fuerat de Cathalonia” – Crónica latina de los reyes de Castilla, 1236) decide buscar un señor al cual encomendar las tierras del Lenguadoc desposeidas al conde de Tolosa, Ramon VI. Tras varias negativas de diversos condes y altos barones franceses, es el normando Simón de Montfort quien recibe tal cargo. A partir de este momento, la política del nuevo líder cruzado será ajena a los verdaderos intereses de la Iglesia, que quería utilizarle para llevar a cabo sus fines, y dejará de lado el aspecto religioso de la guerra para convertirla en una conquista favorecedora de sus intereses personales.


Su crueldad durante la cruzada no tendrá límite: además de querer imponer a los occitanos las costumbres francesas mediante los estatutos de Pàmias (1212), humillando a los lenguadocianos, masacraba, castigaba duramente los no leales, quemaba cosechas, practicaba el pillaje, incendiaba… esa táctica de guerra, tan antigua como el mundo, fue aplicada por Simón de Montfort, una crueldad calculada. Algunos cronistas han querido excusarle aduciendo que era necesario para imponerse en las nuevas tierras, arrebatadas a sus señores legítimos. Claro que no es lo mismo torturar y mutilar a cinco hombres que no a cien; este hombre tenía que ser por fuerza cruel y despiadado.

Sus súbditos occitanos del condado de Tolosa nunca lo reconocieron como su señor, cosa que provocaba una situación irónica: el propio conde tenía que destruir sus dominios para imponerse como señor. Fue a partir de este hecho como llegó el fin de nuestro personaje: durante un asedio a Tolosa.

En el 1217 Simón de Montfort ha de volver apresuradamente a Tolosa porque le anuncian que Ramon VI y su joven hijo, Ramon VII (desposeídos por la Iglesia y exiliados a Tierra Santa) han entrado en la ciudad y se disponen a emprender una guerra de resistencia casi nacional. Tolosa aguanta bien el envite (con las murallas derruidas y unas defensas improvisadas, pero recibiendo ayuda por el río Ródano de otras ciudades occitanas como Aviñón o Montpeller, y de aragoneses y catalanes), y en un contraataque de los tolosanos al campamento cruzado se produce la muerte de Simón de Montfort: mientras acudía, en medio ataque, a socorrer a su hermano herido de flecha, Guy de Montfort, una gran piedra lanzada desde una catapulta del interior de la ciudad (cuentas las crónicas que utilizadas por mujeres y niños) le aplasta la cabeza. Este hecho sumió a los cruzados franceses en una gran tristeza que los desmoralizó, provocando que el hijo de Simón, Aumary de Montfort (nombrado sucersor de su padre deprisa y corriendo) levantara el asedio.

Desde el mismo instante en que se supo de la muerte del malvado Montfort, trompetas y campanas sonaron en Tolosa y en todas las ciudades occitanas, a los cuales se juntaban los vítores y las alabanzas a los condes legítimos, Ramon VI y su hijo.

Tras la muerte de su padre, Aumary no supo llevar con la misma mano dura aquella cruzada que tenía tintes de tragedia para los cruzados. Tras algun tiempo de titubeos, acabó vendiendo los derechos de conquista y cruzada al rei francés Luís VIII, que la llevará a cabo hasta su muerte el 1226, cuando su viuda Blanca de Castilla la llevará hasta sus últimas consecuencias el 1229, tras 20 años de una sangrienta guerra. Aunque la resistencia occitana continuará luchando por la independencia hasta mitad de siglo, con la caída de Queribús en el 1255.




-Nota: el enlace sobre la cruzada albigense está incluido para que el lector se haga una mínima idea de lo que aconteció durante aquellos años. Para más información, consultar la inmensa bibliografía que existe sobre el tema.

jueves, octubre 19, 2006

LA DAMA BLANCA D'AUBINYÀ


Ya desde la Edad Media, las tierras del valle de Andorra han constituido un núcleo difícil de encasillar en algún reino o condado colindante. Esta realidad que es Andorra surge de las disputas entre el condado catalán de Urgell y el Occitano de Foix por el control de territorios; al llegar a un pacto, las tierra andorranas adquirieron un régimen jurídico propio, aunque con algunas similitudes con el de Catalunya, además del hecho que en Andorra el catalán es la lengua oficial. Los jefes de estado serian a título igualitario el obispo de Urgell y el jefe del estado Francés (antiguamente el rey, hoy en día el presidente de la República), aunque estos títulos son honoríficos actualmente.

Muchas leyendas han existido sobre Andorra y sus valles; entre la más conocida podríamos destacar la letra de su himno, haciendo alusión al rey franco Carlomagno: El gran Carlemany, mon pare, / dels alarbs em deslliurà / i del cel vida em donà / de Meritxell la gran mare (El gran Carlomagno, mi padre, / de los árabes me liberó / i del cielo vida me dio / de Meritxell la gran madre). Cuenta la leyenda que estas tierras obtuvieron reconocimiento por la ayuda que prestaron sus habitantes en el siglo IX en contra de los árabes.


Aunque una de sus leyendas más misteriosas e inquietantes es la de la dama blanca de Aubinyà. Nos cuenta la leyenda que en este lugar, dominando el camino hacia las tierras de Urgell, existía una torre fuerte y bien construida propiedad de un noble andorrano, que al morir la dejó en herencia a su única hija, llamada por los lugareños “la Dama Blanca”, a causa de los vestidos que solía llevar de ese color.
Por esta época, era la iglesia de Urgell la que se había atribuido el control de estas tierras, avasallando a sus habitantes con fuertes impuestos y exigencias.
La Dama Blanca es descrita como una mujer fuerte y con convicciones, así que inmediatamente de heredar la torre y las tierras de su difunto padre, prohibió en numerosas ocasiones la entrada del obispo de Urgell en los valles andorranos. Pero éste, haciendo alarde de su orgullo, entraba y salía con total impunidad aumentando a su vez las cargas sobre los indefensos campesinos.

Sucedió que una noche, tras un largo día de cobros y exigencias, la comitiva del obispo se dirigía de vuelta a la sede del obispado cargados del dinero y los bienes de los campesinos andorranos. Era una noche de luna llena y se respiraba un ambiente de tranquilidad y desasosiego mientras el obispo cruzaba el borde de un bosque junto a Aubinyà, cuando de pronto escuchó una dulce y celestial voz de mujer que emergía de entre la arboleda. El obispo bajó de su corcel y dejó que la comitiva siguiera unos pasos y éste se adentró en la negrura bosque, cuando de pronto vio a una hermosa mujer bañada por la intensa luz de la luna, vestida totalmente de blanco y haciéndole signos para que se acercara a ella. El obispo, seducido, se acercó a ella y ésta le cogió dulcemente de la mano; él la abrazó por la cintura y ambos se adentraron en la espesura del bosque. Ésta fue la última vez que se vio al obispo, de nada sirvieron las batidas realizadas por sus secuaces días después en su búsqueda.


No obstante, en esas mismas fechas un gran lobo feroz comenzó a causar estragos por la zona. Pocos fueron capaces de escapar de sus fauces, y los pocos afortunados que lo consiguieron afirmaron ver en los ojos de la bestia la mirada desesperada de una persona, de un obispo…


Por eso, la Dama Blanca es considerada la protectora de los valles de Andorra.

Aunque siempre hay que tener en cuenta aquello tan famoso de “la historia detrás de la leyenda”.
Este relato está recogido por diversos viajeros ingleses en muchos de sus viajes por la zona, donde los aldeanos les contaban la historia como algo totalmente cierto. Es cierto que ya desde el siglo X las autoridades laicas y eclesiásticas de Urgell intentan imponer su autoridad sobre los territorios andorranos, aunque con poco éxito: en el 992 un vasallo del conde de Urgell lenvató un castillo en Bragafolls, al sur de Andorra, el cual fue asaltado por los habitantes y destruido. Nunca ningún señor pudo imponerse del todo en estos valles.

Por otra parte tenemos el papel del bosque en el folklore medieval. Gran parte de los territorios de la Europa feudal estaban cubiertos de bosque, un lugar cerrado y asfixiante que todo lo cubre. Hasta bien entradas épocas posteriores, el hombre no ha podido “controlar” al bosque, así que es fácil entender el porque estos lugares suscitan este imaginario y leyendas (hay que acordarse de los bosques de Sherwood, escenario de las aventuras de Robin Hood y que era conocido por sus fenómenos paranormales; aquí en Catalunya tenemos también un lugar especial para la imaginaría medieval, els Clots de Sant Julià, por el Empordà). Leyendas que hablan de seres extraños, brujas, aquelarres o como en este caso, de una bella dama que defiende a los habitantes de los valles andorranos.