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jueves, noviembre 17, 2011

CARCASONA. SEGUNDA PARTE


El autobús de la línea 4 nos dejará enfrente de la puerta principal de la Cité o “puerta de Narbona”, la que está orientada hacia la ciudad mediterránea y que pasa por ser la principal entrada a la ciudad amurallada. Aquí dependemos de si nuestro hotel está dentro del recinto de la muralla o fuera de él. Es aconsejable dejar las maletas en la habitación y prepararse para andar, porque pese a que la “Cité Medievale” de Carcasona es relativamente pequeña sus rincones son infinitos.

Una vez traspasamos la puerta y nos adentramos en las callejuelas medievales podemos experimentas dos situaciones: o agobio por la cantidad de personas que se concentran y que impiden caminar con calma, o cautivación por lo que nos rodea. Generalmente será una mezcla de ambas, pero no desesperemos: la visita merece la pena.

Carcasona es una ciudad eminentemente dedicada al turismo. No hay calle, por más pequeña que sea, que no cuente con tienda de souvenirs, joyería, restaurante, hotel o puesto de comida rápida –para evitar los altos precios de algunos restaurantes.

Sobre lo qué comer, los restaurantes en Carcasona varían desde la comida rápida –bocadillos, drums, hamburguesa, etc-, hasta restaurantes con menús a precio módico. Generalmente podremos comer bien por entre unos 12-14 euros el menú en cualquier establecimiento. Eso sí, si decidimos no pedir vino o similar y comer con agua, no pedirla expresamente: es costumbre servir al cliente con una jarra de agua gratuita. En el caso de pedir un agua grande, nos estaríamos gastando hasta 6 euros. No es broma.

Una visita obligada es el castillo. Es la oportunidad de poder visitar las murallas de la ciudad y sus torres. Nuestros ojos gozaran de una vista privilegiada de los alrededores. El castillo cuenta con una sala enorme dedicada exclusivamente a souvenires y libros.

Además del castillo, la Cité cuenta con otros museos como el de la Inquisición y la tortura. No precisamente por el tema, pero esta exposición no cumple con las expectativas: además de ser cara –unos 8 euros, sin muchos descuentos disponibles. En el castillo por ser estudiante pasas gratis-, está dejada y algo desatendida. No es por los decorados, bastante bien logrados –desde la bruja que arde hasta el homosexual que recibe el castigo que la Inquisición le tiene preparado-, sino por las explicaciones de los instrumentos, pobres, insustanciales, morbosas y mal traducidas a las otras lenguas –inglés, castellano y alemán. Y qué decir de la sala dedicada a la cruzada albigense, de la que ya hemos hablado en algunas ocasiones en este blog: insuficiente y mal explicada. Solo se salvan las reproducciones de los castillos cátaros como Montsegur o Queribus.

Para acabar la exposición se despedirá de nosotros con condescendencia, con un cártel que reza que “todo lo que aquí hemos expuesto es fruto de la incomprensión humana y esperamos que nunca se repita”.

Otro mundo es la barbacana y el espacio entre murallas, el verdadero encanto de la ciudad medieval. Tanto de día como de noche podremos visitar el recinto y explorarlo hasta sus últimos recovecos. Un consejo es su visita de noche: la mezcla de oscuridad, luz de luna y una iluminación bien conseguida convertirá nuestro paseo en una delicia. Aquí podremos sentir lo que, a lo largo de los siglos, cientos de centinelas sentirían cuando, de guardia por la noche, soplaba el viento entre las almenas, llovía sobre ellos o se mantenían en guardia esperando algún ataque enemigo.

Esto es Carcasona. Una ciudad retratada de mil maneras distintas, pero que no deja de impactar a los visitantes que abarrotan sus puertas cada año. Ah, ¿y el Santo Grial?, preguntaréis. Temo decepcionaros, pero ni rastro de la maldita copa. Eso sí, para los que quieran al menos fantasear con encontrar alguna pista pueden pasear por las múltiples rutas que nos ofrece la ciudad. Destacar la que dirige al complejo Raymond Chesa –en honor a un antiguo alcalde que recuperó la zona tras un incendio- en la llamada “playa de Carcasona”: un gran lago a cinco km de la “Cité”. Una ruta por caminos y carretera –muy bien señalizada- por el corazón del Carcassés.

miércoles, septiembre 07, 2011

CARCASONA. PRIMERA PARTE


Confieso que Carcasona era uno de mis destinos de viaje prioritarios desde hacía años, por no decir el de máxima prioridad. Desde que supe de ella y su historia a través de los libros y de las fotografías por la red, mi ansias por visitar la “Cité” y Occitania en general han ido creciendo año tras año. Este agosto, por fin, he podido visitar esta ciudad medieval junto con mi pareja.

Es muy aconsejable contar con un coche para moverse por la zona, ya sea el propio o uno de alquiler. El sur de Francia, y en concreto la parte occitana, es una región magnífica para realizar una ruta en coche. Pueblos y ciudades medievales, castillos y paisajes espléndidos son elementos de los que no carece Occitania. Además de mucha historia.

La alternativa al coche es el tren –o el avión a Tolosa. Desde Barcelona basta con coger la línea de Portbou que llega a Cervera –ya en Francia-, y desde aquí coger la línea a Narbona, donde podremos hacer un trasbordo fácil y rápido –los billetes que uno compra en Cervera o en cualquier otro pueblo nord-catalán como Cotlliure cuentan con el dicho trasbordo. La comodidad de los vagones de la SNFC y su puntualidad harán que los amantes de los viajes en tren disfruten sobremanera.

El trayecto entre Cervera y Narbona está alrededor de los tres cuartos de hora. Paisaje costero al este y de montaña hacia el oeste pugnaran por nuestra atención durante el viaje. En este mismo trayecto podremos contemplar la fortaleza de Salses, antiguo bastión catalán en lo que fue la frontera con Francia a partir del Tratado de Corbeil (1258), por el que Jaime I el Conquistador renunciaba a sus aspiraciones occitanas, quedando así la frontera en este punto de la antigua Gothia.

Una vez en Narbona hay que hacer el trasbordo y coger un tren a Carcassona durante unos veinte/treinta minutos. Se trata de un viaje corto y con solo una estación de por medio: Lezignán –o Lesinhan en occitano. El tren llega por el nordeste de la ciudad, así que si miramos hacia el sur podremos ver algunos de los torreones que conforman la muralla, una vista que aumentará nuestras ganas de llegar de una vez por todas.

Eso sí, al llegar a la estación y salir a la ciudad nuestra primera impresión es de extrañeza: ante nosotros surge el prototipo de localidad que ni es pueblo, ni es ciudad. Una ciudad provinciana con características de las grandes ciudades y espíritu rural. Pero no hay que desesperar, ya que cogiendo un taxi o la línea 4 de los autobuses municipales llegaremos a las mismísimas puertas de la “Cité Medievale”…

sábado, julio 30, 2011

UNA NOVEDAD: GEACRON

Aquí os presento esta nueva herramienta histórica llamada GeaCron, un atlas histórico de los últimos 5.000 años de la historia de la humanidad. En ella podremos consultar desde la extensión de los imperios antiguos, pasando por el nacimiento de la Europa cristiana y llegando a los cambios después del colapso de la Unión Soviética.

Este atlas histórico se presenta de una manera sencilla y de fácil uso. Un mapa mundi con varios colores que nos muestran las diferentes entidades políticas que se han ido formando a lo largo de los siglos y de los milenios. Es tan fácil como colocar en el contador que aparece arriba del mapa el año que deseemos consultar, y se nos cargaran los diferentes estados que ocupaban la superficie terrestre en esa fecha. Además, cuenta con un buscador que nos permitirá encontrar fácilmente el estado o nación que queramos consultar.

Eso sí, GeaCron cuenta con algún que otro error o inconcreción que cabe destacar. Si nos disponemos a consultar el período medieval, veremos como el atlas nos mostrará las grandes entidades existentes sin entrar en detalles. En el caso de la Península Ibérica, veremos como el Condado de Barcelona -o los diferentes condados que lo formaban- carece de lugar en el atlas. De ser parte de Francia pasa a ser parte de Aragón. Además, entidades como la Marca Hispánica no son más que porciones de península ocupadas por el color del territorio que corresponde a una especie de "Francia".

Otros errores remarcables redundan en la aparición de formaciones estatales como Italia, presente en el mapa en el año 900, antes de su verdadera creación como estado -la unión de Italia como tal data del año 1861-. Por no decir el tremendo hueco que se forma en la cornisa cantábrica entre los años 500 y 700, dentro del cuál no se especifica nada.

Además los estados presentes cuenta con un enlace a Wikipedia, aspecto que es de agradecer si no fuera por la poca concreción que se da en la herramienta GeaCron. La idiosincrasia de GeaCron parece ser la de poner en un mismo nivel a todas las etapas históricas respecto al Estado Moderno -a partir del siglo XV-, como si no hubiese habido otro tipo de sistema político anterior.

Tenemos delante una herramienta original, muy documentada pero insuficiente si uno quiere ir más allá en el conocimiento de la Historia. Sirve como puesta de largo a la hora de investigar o saber más sobre un lugar en concreto del mundo, pero poco más. Esperemos, eso sí, que en un futuro se mejoren estas inconcreciones.

Artículo de El País sobre GeaCron