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miércoles, septiembre 07, 2011

CARCASONA. PRIMERA PARTE


Confieso que Carcasona era uno de mis destinos de viaje prioritarios desde hacía años, por no decir el de máxima prioridad. Desde que supe de ella y su historia a través de los libros y de las fotografías por la red, mi ansias por visitar la “Cité” y Occitania en general han ido creciendo año tras año. Este agosto, por fin, he podido visitar esta ciudad medieval junto con mi pareja.

Es muy aconsejable contar con un coche para moverse por la zona, ya sea el propio o uno de alquiler. El sur de Francia, y en concreto la parte occitana, es una región magnífica para realizar una ruta en coche. Pueblos y ciudades medievales, castillos y paisajes espléndidos son elementos de los que no carece Occitania. Además de mucha historia.

La alternativa al coche es el tren –o el avión a Tolosa. Desde Barcelona basta con coger la línea de Portbou que llega a Cervera –ya en Francia-, y desde aquí coger la línea a Narbona, donde podremos hacer un trasbordo fácil y rápido –los billetes que uno compra en Cervera o en cualquier otro pueblo nord-catalán como Cotlliure cuentan con el dicho trasbordo. La comodidad de los vagones de la SNFC y su puntualidad harán que los amantes de los viajes en tren disfruten sobremanera.

El trayecto entre Cervera y Narbona está alrededor de los tres cuartos de hora. Paisaje costero al este y de montaña hacia el oeste pugnaran por nuestra atención durante el viaje. En este mismo trayecto podremos contemplar la fortaleza de Salses, antiguo bastión catalán en lo que fue la frontera con Francia a partir del Tratado de Corbeil (1258), por el que Jaime I el Conquistador renunciaba a sus aspiraciones occitanas, quedando así la frontera en este punto de la antigua Gothia.

Una vez en Narbona hay que hacer el trasbordo y coger un tren a Carcassona durante unos veinte/treinta minutos. Se trata de un viaje corto y con solo una estación de por medio: Lezignán –o Lesinhan en occitano. El tren llega por el nordeste de la ciudad, así que si miramos hacia el sur podremos ver algunos de los torreones que conforman la muralla, una vista que aumentará nuestras ganas de llegar de una vez por todas.

Eso sí, al llegar a la estación y salir a la ciudad nuestra primera impresión es de extrañeza: ante nosotros surge el prototipo de localidad que ni es pueblo, ni es ciudad. Una ciudad provinciana con características de las grandes ciudades y espíritu rural. Pero no hay que desesperar, ya que cogiendo un taxi o la línea 4 de los autobuses municipales llegaremos a las mismísimas puertas de la “Cité Medievale”…

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