Situada a unos 7 km de Córdoba, y cubirendo sus espaldas, se alza la ciudad palatina de
Madīnat al-Zahrā, a los pies de Sierra Morena. Diversas leyendas y fuentes islámicas identifican la construcción de la ciudad como un acontecimiento regido por factores astrológicos, presagios y hasta por un capricho de amor. Durante su siglo de esplendor -desde el inicio de construcción, alrededor del
936 d.C, hasta su abandono sobre el año
1000-, Medina Azahara fue objeto de elogios, leyendas y poemas que se recitaban a lo largo de todo el Mediterráneo. Se sabe que durante este período fue escenario de numerosas reuniones con embajadas extranjeras, tanto cristianas como musulmanas. Medina Azahara resumía el esplendor de un califato, pero en menos de un siglo empezó su declive y su posterior saqueo y deterioro que ha llegado hasta casi nuestros días...
Primero de todo, decir que la construcción de esta ciudad respondió a una serie de factores
topográficos y
paisajísticos: la ciudad se edificó en el
valle del Guadalquivir, que une Córdoba y Almodóvar del Río, y por lo tanto en una zona fértil y apta para el cultivo. Además, la situación en el valle permitía controlar las laderas cordobesas en contacto con el río Guadalquivir. Pero otro aspecto clave y recurrente en este complejo arquitectónico es el de la
jerarquización de los edificios: los edificios de la administración califal y las residencias de sus encargados se encuentran en un primer nivel de la ladera, permitiendo tener un mayor contacto visual sobre el terreno. Toda esta serie de factores hacen creer a los investigadores que la edificación de esta ciudad no respondió a factores ajenos al paisaje y la topografía.
El ideólogo de este proyecto fue el primer califa de Al-Andalus,
Abderraman III 1 , proclamado como tal en el año 929 de nuestra era -316 H
2. De hecho, ya había subido al trono en el 912, pero tras un período de conflictividad decide abandonar la tutela del califato de Bagdag y centrarse en hacer frente a los reinos cristianos del norte y a los fatimíes del Magreb. Su objetivo era el de hacer de Córdoba la capital de todo el mundo islámico, y para ello inició una serie de
obras arquitectónicas para engrandecer y dar lustre a la ciudad; entre estas tareas tenemos la ampliación de la mezquita aljama de la ciudad -la actual "Mezquita"-, la construcción de un acueducto para abastecer de agua a la ciudad y la planificación de una ciudad palacial, Medina Azahara -siguiendo el modelo de otros complejos palaciegos como el de
Samarra, Irak.
El califa necesitaba hacer patente su poder y dar cobertura a la administración de su reino y al aumento de población, ya que por entonces Córdoba había traspasado los límites de sus murallas, con la construcción de arrabales y almunías en las afueras. Una vez iniciada su construcción, tanto la corte como el personal administrativo se trasladarona los palacios de la Medina.
Mucho se ha escrito sobre la aparición de esta bella ciudad, una leyenda de las cuales afirma que la construcción de la misma fue debida al amor que procesaba el califa Abderraman hacía
Zahra -"la flor"-, una bella muchacha, su favorita. Ésta habría sugerido al monarca la edificación de la más bella ciudad a extramuros de Córdoba, para materializar el
placer, la
belleza y el
poder andalusí; la ciudad llevaría el nombre de esta muchacha, Zahra, la "
Ciudad de la Flor de Azahar". El califa habría hecho colocar una bella estátua de la muchacha a la entrada de la ciudad y habría mandado talar la vegetación de la montaña por un "capricho" de Zahra, sustituyéndola por higueras y almendros y creando una bella atmósfera.
Hay que decir que, tras varias investigaciones, se ha determinado que la edificación del complejo palaciego respondía a
otro tipo de razones -como ya expusimos anteriormente.
Como ya dijimos anteriormente, la ciudad se sitúa a diferentes niveles, quedando el Alcázar en el punto más alto y a un nivel inferior la ciudad en sí. En el
Alcázar vivía el califa y se administraba el reino, así que este palacio se divide en dos zonas importantes: la zona privada, situada en la zona alta del complejo y formada básicamente por las estancias del monarca y de su séquito; la zona oficial, separada de la zona privada, era donde de verdad se resolvían los asuntos del califato. En el centro de Alcázar se encuentra el "
Salón Rico" o "de Abderraman III", denominado de esta manera debido a la magnífica
decoración vegetal de sus paredes. Era en esta estancia donde el califa recibía en audiencia a embajadas extranjeras, personalidades... El
Jardín Alto, situado en la parte "oficial" del palacio y juntamente con el Salón Rico, constituyen uno de los logros del arte islámico. Este jardín está organizado en cuatro parterres con acequias y un edificio central que constituye el Pabellón Central, rodeado a su vez por estanques.
La
Mezquita Aljama de la ciudad se encuentra en el siguiente nivel, y fue el primer edificio que se levantó en la ciudad -hay noticias que en mayo del año 941 d.C se celebró la primera predicación.
La majestuosidad de la medina llegó a ser conocida
en toda Europa, tanto por su belleza como por su ostentación de lujo y poder. Su decoración, sus
juegos de luces -el mercurio del Salón del Trono y sus cristales de colores creaban este espléndido espectáculo-, sus ceremoniales... todo esto llegó a impresionar a reyes y embajadas extranjeras. Se tiene constancia de la visita del rey de León
Ordoño IV al califa
al-Hakam II -hijo a su vez de Abderraman III-, en la cual
“
mostró interés por ver al cristiano y se hicieron inmediatamente los preparativos para la ceremonia (...) Tenía a cada lado a sus hermanos, sobrinos y demás parientes, y a los visires, cadíes, magistrados civiles, teólogos famosos y demás altos funcionarios, todos sentados en fila según su jerarquía y posición.Ordoño se trasladó desde su residencia en Córdoba a Madinat al-Zahra acompañado de los príncipes cristianos de al-Andalus. Próximos ya al palacio, Ordoño hubo de seguir un camino a cuyos lados estaba formada la infantería, colocada en orden tan admirable que los ojos se quedaban asombrados por su uniformidad, y en tan apretadas filas que la mente se sorprendía de su número. Tal era la brillantez de sus corazas y armas que los cristianos estaban estupefactos de lo que veían. Con la cabeza baja, los párpados entornados (por el asombro) y los ojos semicerrados (por lo mismo), llegaron hasta la puerta exterior de Madinat al-Zahra, llamada Bab al-Akuba (Puerta de las Cúpulas). Llegados frente al salón oriental del palacio, donde estaba al-Hakam, Ordoño se detuvo, descubrió su cabeza, se quitó la capa y permaneció algún tiempo en actitud de asombro y respeto, bajo la impresión de que se aproximaba al radiante trono del califa (...) Al-Hakam guardó silencio durante algún tiempo, para dar ocasión a serenarse y a sentarse, y cuando notó que el cristiano se había repuesto algo de su emoción rompió el silencio y dijo: Bienvenido seas a nuestra corte, Ordoño. Ojalá veas cumplidos tus deseos y realizadas tus esperanzas. Encontrarás en nosotros el mejor consejo y la más cordial acogida y mucho más de lo que esperas. Cuando el interprete explicó a Ordoño el sentido de estas benignas palabras, se reflejo en su rostro la alegría, levantóse, y besó el tapiz que cubría las gradas del trono (...) Después de hablar así el Califa, Ordoño volvió a arrodillarse, y deshaciéndose en acciones de gracias, se levantó y abandonó la sala andando hacia atrás. Cuando llegó a otro departamento, dijo a los eunucos que le habían seguido que estaba deslumbrado y estupefacto por el majestuoso espectáculo de que había sido testigo"
3.
Ya desde Abderramán III, los califas adoptan una serie de elementos que le hacen tener patente su
poder sobre la comunidad islámica andalusí; tanto es así que, en sus escasas apariciones públicas, lo hacía detrás de una cortina ligeramente transparente, y con su administración en bloque rodeándolo.
Es a partir de la muerte del hijo de Abderramán III -al-Hakam II- cuando la ciudad comienza su decadencia. La llegada al poder del hayib de Hisham II,
Almanzor, y la construcción de
Madinat al-Zahira, con el respectivo traslado de toda la corte y administración califal. Con la muerte de Almanzor -1002 d.C- se inicia un período de inestabilidad en Al-Andalus, que conducirá a una cruenta guerra civil o
fitna entre bereberes -favorecidos por Almanzor- y los legitimistas de la dinastía Omeya.
El final de esta historia ya es de sobra conocido... la ciudad más bella de todo Al-Andalus fue
atacada,
abandonada y
saqueada hasta casi nuestros días. Visitar esta ciudad es adentrarse en un mundo antiguo y olvidado, pero que sin duda alguna tuvo su momento de esplendor y que, de alguna manera, todavía nos lo muestra. El poeta cordobés
Ibn Zaydum escribió estos versos al verse obligado a abandonar su querida Zahara:
¿Acaso un desterrado podrá volver a al-Zahra después que la lejanía le haya hecho derramar sus últimas lágrimas? ¿Volveré a ver los zócalos tan resplandecientes de las paredes de los salones reales, en donde los atardeceres más oscuros nos parecían auroras? Recuerdo con toda evidencia cómo eran en este palacio los dos qurt, la qubba, el vasto kawkab y el sath. Es un lugar de recreo que recuerda por su dulzura exquisita el paraíso celestial, pues todo hombre que allí se encuentre no sufrirá las fatigas de la sed, ni el ardor del sol. Seguramente, las noches que he pasado junto al Guadalquivir son más cortas que las que pasé junto al Guadiana.
1- Hijo del emir Mohammed y de una princesa vascona, Abderramán tenía una apariencia muy poco "oriental". Según testimonios de la época, "era de tez blanca, ojos azul oscuro, rostro atractivo y corpulento"
2- Según el calendario musulmán. La H es de la "hégira", la salida de Mahoma de la ciudad santa de la Meca hacia Medina (622 d.C), y que fue marcada como el año cero del Islam.
3- Crónica de al-Maqqari
ENLACES DE INTERÉS:
http://www.museosdeandalucia.es/cultura/museos/CAMA/
http://perso.wanadoo.es/historiaweb/qurtuba/azahara/index_azahara.htm
http://www.legadoandalusi.es/legado/contenido/rutas/monumentos/62.htm